Tertulias y creación artística
- Ada Miranda Cabrera Luis
- 18 may 2020
- 3 Min. de lectura
El Sorocabana y El Mincho Bar

Según los testimonios de Andrés Mastandrea, Roberto Echavarren, Alejandro Michelena, Eduardo Mernies, Gerardo Ruiz Barreiro, Rafael Courtoisie y Washingtong Benavides, Marosa se instaló en Sorocabana, donde relatan muchos de los que la conocían que se iba a hablar, que se podían sentar por horas a hablar solamente con un café. Ella pasaba sus horas leyendo, en ocasiones escribiendo, pero, sobre todo, hablando con amigos (Rafael Courtoisie, Miguel Ángel Campodónico, Rolando Faget…). Ella disfrutaba allí <<La noche de los poetas y los borrachos>>.

Según lo que dicen, a veces no hablaba, sino que era como una <<presencia muda>>, y tampoco trataba de ser el centro de atención. Muchos otros artistas pasaban a visitarla, como Olga Orozco, Arturo Carrera, M. Delgado Aprain… y también había profesores

o catedráticos que en ese momento no daban clase, pero ofrecían sus conocimientos a quienes quisieran sentarse en su mesa. Para todos ellos, el Sorocabana era un ámbito artístico, donde fermentaba una cultura de resistencia, formada por autores que buscaban respuestas, novedades, además de que conformaba un espacio de formación para los más jóvenes. Y también frecuentaban el Mincho Bar.

La Tropical y El Ateneo de La Laguna
El Ateneo era una institución señera en el mundo literario y artístico de la ciudad, frecuentemente usado para presentarciones de libros, charlas y exposiciones pictóricas. En la actualidad está siendo refoermado después de un pavoroso incendio. También para ensayos teatrales, con lo cual allí encontró Olga Rivero Jordán un espacio para reunirse con amigos actores y escritores. Fue socia de este recinto durante muchos años, pagando religiosamente sus cuotas. Sin embargo y debido a la confluencia con otros usuarios de dicho espacio, dicidió hacer sus tertulias en su propia casa. Allí se daba la coincidencia de que los músicos con los que habitualmente tocaba su compañero Mariano, trompetista, también visitaban su hall, hacían sus preparativos para desplazarse a sus lugares de ensayo. En este ambiente y mientras se escuchaba algún tema que había que extraer para el repertorio del grupo o se analizaba una partitura con el fin de desglosarla para varios instrumentos, por otro lado, se recitaba algún que otro poema o fragmento que Olga estaba cocinando para sus libros, formándose un ambiente que muchas veces se asemejaba tanto a una redacción de periódico como a un estudio de grabación. Esta confluencia no era ni mucho menos esporádica, sino diaria y continuada, con lo que pudiera adivinarse que esta atmósfera creó sin duda un ensamble creativo, que no pocas veces tanto vecinos como transeúntes ya conocían, dado que las notas de la trompeta de Mariano fluían día tras día por el balcón de su calle Heraclio Sánchez, casi tanto como los poemas de Olga Rivero Jordán quien acabó por trasladar su “redacción” a la cercana cervecería La Tropical en la misma calle. Este bar, restaurante, cervecería era de lo más frecuentado por estudiantes,

trabajadores y oficinistas de los contornos. Contaba además con una amplia tronja a la que se accedía por una escalinata de madera, en la cual en varias ocasiones llegaron a hacerse presentaciones de libros u otras fiestas conmemorativas de actuaciones, presentaciones o tertulias. Hasta bien entrados los años dos mil esto fue frecuente y habitual, allí se dejaban muchas veces los manuscritos que con posterioridad recogerían los distintos editores, hasta la enfermedad de Olga Rivero por ser más precisos, quien sería diagosticada de una severa fibrosis pulmorar.
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